domingo, 9 de diciembre de 2007

Lola

No soy ningún experto en esto de los blogs. Desconozco el porqué, el cómo y el cuándo de los mismos. Tras unos días (semanas) de prueba he decidido cambiar la ubicación de "Cada día suma". He mudado mi blog desde wordpress hasta blogger del mismo modo que mañana me mudaré yo mismo desde Madrid hasta Houston en busca de un diagnóstico mejor.

El diseño no cambia demasiado. He utilizado una fotografía de "A dos metros bajo tierra". No es cuestión de morbo, prefiero verlo como sentido del humor. Una vez escuche a alguien decir la siguiente frase: "si sólo somos capaces de tomarnos con sentido del humor lo que les pasa a los demás... eso se llama de otra manera". Mientras me sea posible trataré de no amargarme, trataré de seguir haciendo bromas, trataré de no pensar en lo que se me viene encima, en lo que ya se me ha venido encima. No sé si se puede tener una actitud positiva ante la muerte. No sé si eso es posible desde el agnosticismo, desde la falta de fe, desde la nada. Yo voy a intentarlo.

Esta tarde ha llegado Lola. Nunca nos casamos pero Lola fue mi mujer durante más de diez años. Nos amamos entonces y creo que nos seguimos amando a día de hoy. Hace seis años decidimos darnos una oportunidad por separado con la esperanza de encontrar en otras personas lo que no habíamos sido capaces de encontrar en nosotros mismos. La búsqueda fue infructuosa tanto para mí como para ella. Ahora, tras conocer mi situación, le ha faltado tiempo para ofrecerse a venir conmigo. No estoy en condiciones de decir que no pero, además, me apetece que venga.

martes, 4 de diciembre de 2007

Tiempo

Por primera vez he tenido la sensación de que mi vida es una carrera donde el tiempo juega en mi contra. Quizás debería modificar el título de este blog y llamarlo “Cada día resta”. He pasado una semana a base de diuréticos y he conseguido que gran parte del líquido de mi abdomen desaparezca. Me siento especialmente débil. Desde que entré en el quirófano hasta el día de hoy he perdido doce kilos. Cuando me miro en el espejo veo como mis pómulos se marcan en mi rostro. Tengo aspecto de persona enferma.

La semana que viene vuelo a Houston en busca de una segunda opinión para mi caso. Conseguir una consulta con un médico no ha sido fácil. Afortunadamente, el hermano de Pablo me ha facilitado mucho las cosas ya que conoce a bastante gente allí. Me ha puesto en contacto con una chica asturiana llamada Sira que tiene algo que ver con el consulado español y ella se ha encargado de todo. Se ha portado maravillosamente. Espero poder darle las gracias en persona nada más llegar. Me ha reservado una habitación en un hotel llamado Rotary House que, al parecer, está junto al hospital. No es barata pero afortunadamente el dolar está casi tan débil como yo.

Estos días me cuesta mucho conciliar el sueño y me paso las horas muertas delante del ordenador. Si sigo así el “jet lag” no va a ser ningún problema ya que se me está olvidando lo que es dormir seguido.

Me he renovado el pasaporte. Al parecer para estancias inferiores a tres meses no es necesario el visado y, aunque llevo el vuelo con la fecha de vuelta abierta, confío no tener que estar allí tanto tiempo.

Lola se ha ofrecido para acompañarme.

martes, 27 de noviembre de 2007

Ascitis

He hablado con el servicio de atención al paciente del hospital M.D.Anderson de Houston (Texas). He expuesto mi caso y me han pedido radiografías y un informe médico. Se lo he enviado por correo urgente. También me han preguntado si tengo “Ascitis”. No sabía lo que era. Al parecer “Ascitis” es todo el líquido que a raíz de la operación se acumula en mi abdomen. Al parecer, el hecho de tener ascitis es un obstáculo para que en Houston me acepten como paciente. Tengo el vientre hinchado pero no entiendo el porqué eso constituye un problema, a fin de cuentas no es más que una consecuencia de la operación (antes no tenía) y no tiene nada que ver con el tumor. Me resulta incomprensible que un hospital, que cobra sus servicios a precios millonarios, ponga obstáculos para admitir a pacientes.

He hablado con mi médico y me ha recetado diuréticos para reducir la acumulación de líquidos y así poder viajar a los Estados Unidos en busca de un nuevo diagnóstico. Estoy bastante cansado.

sábado, 24 de noviembre de 2007

A, B y C

Opción A: Meterme en un quirófano y ponerme en manos del Doctor Moreno. Las posibilidades de sobrevivir son muy escasas y, después de haber sido operado hace un par de semanas no se si tengo fuerzas para soportar una nueva intervención.

Opción B: Hacerle caso a Pablo y buscar una segunda opinión en Houston. El seguro médico me cubre el ochenta por ciento de los gastos. Me aterra viajar al otro lado del mundo en mis actuales condiciones. No creo que pueda hacerlo solo y no es fácil convencer a nadie para que me acompañe aunque ese es un problema menor.

Opción C: Explorar si es posible algún tratamiento no quirúrgico: quimioterapia o radioterapia. Recurrir a cuidados paliativos y sentarme a esperar.

jueves, 22 de noviembre de 2007

"Vete a Houston" (hace unos días)

Concerté una cita con Enrique Moreno. Me recibió camino del quirófano donde minutos después se disponía a operar. Observó mis radiografías y leyó el informe que mi médico realizó tras mi frustrada operación. Puso cara de duda. Me dijo que según el informe la cirugía no era viable pero que la viabilidad o no era algo que sólo se podía confirmar sobre la mesa de operaciones. Le pregunté si me operaría. Me dijo que podría abrirme y comprobar cual era el estado del tumor. Le pregunté que cual era el porcentaje de éxito de una operación como la que le estaba planteando. Me dijo que no se podía hablar de porcentajes. Le insistí. A regañadientes habló de un veinte por ciento.

Regresé a casa a considerar mis posibilidades. Telefoneé a algunos de mis amigos para contarles cuál era mi situación y para despedirme. Pablo fue compañero de carrera. Con el paso de los años cada vez nos vemos menos pero tratamos de estar al corriente de nuestras vidas. Me habló de su hermano Rafael. Me dijo que acababa de regresar de los Estados Unidos, lugar al que había huido tras ser desauciado a causa de un tumor en los pulmones con metástasis en el cerebro. Me contó que le habían operado con éxito, le habían mandado a casa y ahora tenía que someterse a revisiones semestrales. “Tú que puedes no lo dudes ni un segundo: Vete a Houston”.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Salvo que... (hace unos días)

Me puse cara a cara frente al médico y le dije que hablara conmigo como si no estuviéramos hablando sobre mí. Le pregunté que quería decir exactamente “inoperable”. Me contestó lo evidente: que no se puede operar. Le pregunté que porqué. Me respondió que el tumor afecta no solo al pancreas sino a todo el aparato circulatorio que riega de sangre el estómago. Repetí que porqué no se podía operar eso. Me explicó que era imposible seccionar esas venas, que si no fueran tantas las afectadas podrían plantearse hacer algunos “bypass” pero que en mi caso eso estaba descartado.

Pensé que eso me pasa por preguntar. Había pedido que me leyeran mi sentencia de muerte y acababan de hacerlo. En ese momento sentí que todo había terminado y pienso que si junto a la sentencia hubieran adjuntado una pistola cargada, es posible que, en ese mismo instante, me hubiera disparado en la cabeza. ¿Para qué seguir?

Puede que porque en ese momento mi rostro suplicara compasión o puede que, simplemente, una luz se iluminara en la cabeza de mi médico, pero el caso es que entonces dijo las palabras mágicas: salvo que….

¿Había un “salvo que“? Cuando la oscuridad lo envuelve todo una pequeña luz, por diminuta y ridícula que sea, es capaz de iluminar toda una vida. El “salvo que“ tenía un nombre, el Doctor Moreno. Mi médico me explicó que se trataba de una eminencia mundial y que en alguna ocasión se había enfrentado a una operación parecida a la mía. “La tuya es más complicada pero si alguien puede intentarlo es Enrique Moreno”.

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Posdata: Voy a intentar en los próximos días relatar lo que me ha sucedido desde el pasado día tres de noviembre en el que decidí comenzar este blog. No he tenido fuerzas ni ánimos para hacerlo antes.

sábado, 3 de noviembre de 2007

No vuelvo a nacer

Me hubiera gustado comenzar este diario diciendo que hace veinte días volví a nacer. Me hubiera gustado pero no es posible. La enorme cicatriz que atraviesa mi abdomen me recuerda que no soy más que un condenado a muerte.

Los mismos médicos que hace un mes trataban de tranquilizarme diciendo que no sería más que una rutinaria operación de vesícula me explican ahora que tengo un tumor abrazado al páncreas que afecta a la vena cava y a todos los vasos que riegan mi aparato digestivo. Son taxativos: no pueden hacer nada, la cirugía está descartada.

Me llamo Arturo, aunque mi nombre es algo irrelevante en este momento. Tengo 42 años y soy un individuo completamente anónimo. Siempre he gozado de buena salud quizás por eso siempre me he mantenido bastante alejado de los médicos. Una y otra vez me repito que me estoy muriendo con la esperanza de ser capaz de aceptarlo antes de que ocurra. No sé cuánto tiempo me queda, puede que semanas, puede que meses… en cualquier caso bastante menos de un año. Hoy comienzo este diario que espero no se termine nunca.